He sido el falso,
el rostro roto y el ausente,
la despiadada verdad
de unas carnes tardías,
y los mismos retornos
al desagradar mundano,
a sus esperas.
He sido el bulto extraño en el lugar
de tu hospitalidad más pura y transparente.
Y ya no soy mis errores
sino todo lo que en el mundo es un error
y todo lo que sobra. Soy
las causas perdidas
y vivo
porque lentamente alguien
ha desperdiciado unas flores
en su despedida.
He sido una causa maldita
y solo creo en la sabia fusión
de otras esferas. En ese movimiento de tierras
en el que las flores que son el símbolo
de todas las floraciones.
He sido otra vez
ese cuerpo inerte,
el hueco que fui
cuando miraste lejos. Me
tropecé con mis ademanes y mis gestos.
Y he sido dicho por alguien
cuyo deseo se eleva
por encima de las cosas.
Soy prescindible. Pero
cuando desaparezco
mi ausencia
brilla
en un mundo
lejos del nuestro.
He descendido
y estoy en ese cuarto del amor tuyo
que nunca reconocerás como propio.
Mi ausencia ocupa el lugar
de tu ausencia. Mi única misión
es no dejarte faltar nunca.
Por eso desaparezco
como desaparecen los frutos
entre las ramas.