Frente a mis ojos no hay una naturaleza
ni un mundo claro. Mis ojos se han cerrado,
mis ojos no quieren ver los cuerpos ordenados
por las espurias escalas del deseo. Mis ojos
no quieren dar a la inteligencia más pesados argumentos
y mis ojos, severos ojos, rechazan la belleza puntual
de los detalles, lo no desvalijado, los restos, los pasos
hacia un mundo más pequeño.
Mis ojos vuelven a descubrir en un reloj la misma hora
y en ella cada día tus mismas cosas. Lo que en ti no cambia,
la esencia que debemos amar
cuando amamos. En cada misma hora, en todas las horas,
lo mismo cada día, al mismo tiempo que desprecian de la tierra,
mis ojos,
sus mismas inertes rotaciones,
su mismo inerte tiempo.