Vas a ver el tiempo agolpado, rendido,
girado hacia su destrucción. Una vez más
la vida vuelve con el poder de su secreto
y su rostro, tranquilo e intacto, demuestra
saber que el rigor de los años no es más
que el poliedro imposible de otro rigor que muere
antes que las hierbas, que los insectos o los árboles,
antes que los hombres, las bestias, los pájaros.
Vas a ver que la muerte es más fugaz
porque no tiene nada que contar, y en su regazo
nada permanece, todo resbala. Vas a sentir pena
por esa madre negra y solitaria que llora y habla
en un idioma oscuro que nadie aprende. Nunca amanece
allí donde las formas de la noche no hacen ruido,
allí de donde escapan antes de nacer las almas.
Tendrás pena. Querrás volver para salvarla. Dirás
que has vuelto y que comprendes por fin la ley oculta,
el suplicio de reinar en soledad. Allí verás un árbol
que aún no nace en el mundo. Una fuente que aún no sacia
ninguna sed. Verás la eternidad en sus ojos.