El brillo, la luz, el rostro si el misterio de lo simple
te espera en el verano. La luz más llena, camino
que se oculta entre las cosas si andas sola,
verdad desmejorada tu palabra cuando te miran
como si nadie viese ese milagro.

Si solo soy una ausencia que necesita ausencia
un espejo que en nada se refleja, un estanque
mordido por la prisa del viento. Centro vacío,
punto de fuga, barranco inaccesible. Hay cosas
dentro de cosas pero la realidad queda
siempre fuera. Espacio protegido, centro sagrado
que se desvanece en cada instante porque
solamente comprendemos las distancias.

El silencio es el acto de la esencia.

Arde ese presentimiento. La penumbra
es la geometría pura de la soledad. Yo fui
el problema. Así quedará. Pero hay una torre
desde la que veremos todo lo que nos rodea.

Ha tenido que desaparecer todo para notar con claridad
que no se está en casa, no en la ciudad, tampoco
en un mundo que jamás existió. En ninguna parte,
en esa nada que nada daña. Donde nada nos abandona
y nada nos hiere. Es el poder del silencio que oye
quien atraviesa en vida todos los reinos de la muerte.

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