Nada hay detrás de mi nombre.
Quien habla de mí solo mueve
un leve viento con su voz.
Nada existe detrás de mi carne.
Solo es una cortina que separa
la luz de la luz.
Quien me toca
solo siente una temperatura sin dolor
y un olor a sal y a liquen
que no expresa nada.
Si me ves triste estoy alegre,
si me ves alegre estoy triste.
Nada es la alegría, nada la tristeza,
nada más que el dulce juego
de sucederse o confundirse.
Nada es la felicidad, nada la desgracia
en este jardín bien regado
en el que todo es todo.
Nada veo, nada siento.
Nada es la muerte
que ya he vivido mil veces
y que en estas palabras te entrego
porque sus cenizas húmedas son la sangre
de todas las celebraciones.