¿Cómo explicar el instinto perverso
de cometer el error que nos arruinará?
— Ginevra Bompiani
No te das cuenta, no sabes
qué lumbre llena indica lo que sobra
a los corazones que ya aman
lo suficiente. Tú no bajas
con tu voz perdida a este paseo,
tú pronuncias con tu cuerpo
la desbandada de las sílabas
y la herida de las caricias. No sabes
qué exacta palabra tuya guardo
con la intención de repetirla ante la muerte
ni qué secreta soledad nos hace inmortales. Ignoras
el sentido de esa misteriosa lucha
entre las palabras y el eco. Y de nada sirve decir
que me duermo pensando que sigues pensando lejos
y que el sensato final de los grandes mitos
se confunde con el vasto caudal
del silencio entero. Veo luz en tu forma
de desconocer mi dolor, el compromiso profundo
por una forma de vida más potente. No te das cuenta,
y eso te hace más libre y me hace más libre, eso
cambia la definición de todo. Voces de laurel,
sándalo e incienso. ¿Pero por qué tiene mi ojo
que saber que este no es el cofre
donde se guarda la paciencia
que lo salva todo?