Todas las religiones, casi todas las filosofías, una parte de la ciencia, atestiguan el incansable, heroico esfuerzo de la humanidad negando desesperadamente su propia contingencia.

— Jacques Monod

 

Queda la sutil marca del conocimiento
como un agua siempre idéntica y quieta
que se bebe y permanece intacta
como una casa sin interior, solo paredes
sin espacio. Inmóvil danza de las danzas,
equilibrio de movimientos, de nacimientos
que sumados desaparecen en masa, geométricamente
dándose todos la espalda. Sutil marca del poder
como un suave un palpitar de gémulas carnosas
todas las primaveras. Todo ya primavera.

Forma magnificiente de vida. Cuando
las semillas inertes rompen las leyes
biológicas elementales. Brutal materia negra
en la cúspide de esa gran pirámide de oro
cuyo último átomo es una gacela de fuego
que corre y corre sobre un camino de cristal.

Danza secreta la del crepitar de los ritmos que arden
en el progresivo enlentecimiento de todo. Eso es una prisa
también, eso es un monte. Mira esas almas que se intuyen,
se huelen y desaparecen sin conocerse. ¿Qué saben
cuando creen que saben? ¿Qué conocen cuando
suponen que entienden? ¿Por qué llaman vida
al mundo de ceniza hecho cenizas si agotadas
por los secretos elementales se dan cuenta
de que unos duelen y con otros naufragan y pese a ello
en seres como tú lo pequeño es el cielo? Seres
que existen como un universo que se mueve en bloque,
una realidad que no cabe en la realidad previa
porque un amor desaforado les crea siempre más
y siempre distintos, siempre ya muertos,
hacia una vida más real y más potente
que todo lo reconoce y todo lo disuelve.

Hablar no es suficiente,
debes transmitir la ceguera viva,
ese miedo valiente que no es temeridad
ni engaño. Agáchate aquí, mira
estos árboles que nos rodean, estas malas zarzas,
pues son mi único corazón. Y ahora que me has visto
olvídame. Que esta edad mesetaria es sin saberlo
también un fuego y una madrugada. Niebla de dones.

Ya veo a través de tus ojos y sé cuándo amas
y cuándo odias. Innecesaria empatía esta
que me hace sentir tu indiferencia, el desapego. Pero solo
tengo que poner en pie esa gran indiferencia
para que lo que es largo sea alto. Y esa es
mi torre de Babel.