Mis palabras han sido solo sensaciones
— Cesare Pavese

La palabra más clara es una rama, no se coge
como la fruta. No se saborea, ni nos recuerda
el tiempo que transcurre entre dos estaciones.

No hay pan en la voz de la espiga. Solo la tierra
encargada de mantener el ritmo del mundo
hasta que los hombres con sus acciones azarosas
destituyan las formas arcaicas que mantienen
la palabra en uso. Triunfaron, sí, pero de poco vale
la desenvoltura de esas victorias si tras el gesto
nadie puede nunca tomar en serio
la forma de compartir el logro. Y es que
el idioma de la vida lo guardan los débiles
y nunca sale del desamparo
en el que la desnudez de la voz es la única
desnudez en el reino de los cuerpos.

La palabra no es una relación entre hablantes,
solo es una gran serpiente cósmica que solo ven
los que se arrastran. Gran cadena
de acciones sin significado. Poder
que nadie quiere detentar, trono vacío.

Un día, no tan lejano,
las palabras de la libertad
no serán más que el símbolo de un odio común,
el fruto de un rechazo compartido, una excusa
ni mejor ni peor que cualquier otra, pero
la única que les hace sentir que estarán
juntos para siempre.