No sé si mirar de lejos o de cerca. La escala de las cosas físicas viene dada por la plenitud de su materia, pero ignoro cuál es la escala de la vida.
Es imposible saber las dimensiones de lo que se vive. Tendríamos que comparar lo que se vive con lo vivible, la proporción que se da entre lo que ocurre y lo que no ocurre. Pero los límites de lo vivible son siempre relativos.
Cuando un pueblo se apega a determinados juicios morales «se limita, se esclerotiza, se aísla, envejece y finalmente se hunde» [1] ¿Y acaso no ocurre lo mismo cuando abrazamos la creencia en la ‘vida’ con la misma ingenuidad? Abrazamos la vida sin saber lo que es la vida. Cada paso hacia la liberación no es más que un callejón sin salida.
Frente a la debilidad de los juicios morales nos encontramos con la producción artificial de la vida.
«El poeta debe mostrar que tiene un fin más serio que el de provocar unas imágenes y el de hacer unas descripciones. Y aunque sea esta su principal intención, debe buscarla de manera que sea como si no la buscara, y evidenciar que no la busca, dirigir la atención a cosas más graves». [2]
Vivir sin prestar atención a la vida.
Vivir sin prestar atención a la vida supone no prestar atención a ninguna de las realidades de la misma. El distanciamiento, la prudencia que debemos tener ante las grandes ideas no es una excusa para reconciliarnos con lo cotidiano, sino una excusa para rechazarlo. Es solamente atravesando eso que es más grave que la propia vida como lo cotidiano puede ser reencontrado. Pero reencontrado ya como si fuese de otro mundo. Como si perteneciese a un orden de cosas que no tiene nada que ver con la vida ni con la muerte.
Ese es el terreno en el que las variaciones tienen sentido, ahí es cuando las diferentes interpretaciones han perdido su compostura ontológica. La relatividad de las mismas no apunta hacia la variación siguiente, sino hacia el orden inexpresable. Las variaciones son añadidas mediante una cópula, un «y», sin pronunciarse nunca el verbo «ser». Solamente eso permite la coexistencia de lo contrario.
Markus Saile.