La mente es un entorno. No somos lo que pensamos. Lo que pensamos y lo que sentimos es una simple capa de signos que nos rodea.

La vida es un entorno. No somos lo que vivimos. La vida es una fina membrana que nos rodea.

Sentirnos animados por una fuerza impersonal.

La forma es vacío y el vacío es forma — Sutra del corazón, p. 26.

El alma es un entorno. Miguel de Molinos la señala como un centro que debe ser el lugar ocupado por Dios y que para ello debe ser un centro limpio, quieto y vacío [GE:95]. Esa paz y esa vacuidad debe ser el objeto de nuestras acciones.

La mente es un entorno. No somos lo que pensamos. Lo que pensamos y lo que sentimos es una simple capa de signos que nos rodea, una niebla de capas de palabras e insomnios. Nos gusta las hojas revolotear, la nieve, todo lo que queda en suspensión en el aire porque eso es una metáfora de nuestro absoluto interior. El mundo se nos presenta estructurado cuando adquirimos hábitos de la disciplina mental que nos permite manejar las cosas, pero si nos desprendemos de esa disciplina nos encontramos en un mundo flotando, con cosas flotando a nuestro alrededor. Esas cosas son objetos, hechos. No podemos distinguir. Desde hace años vivo en un estado mental en el que no sé distinguir un sentimiento de alegría de una silla.

Imposible inmanencia. El hecho de que la mente es un entorno convierte en imposible el sueño de toda inmanencia. El mundo es algo que se presupone, no como lugar objetivo, sino como mundo de la vida [1].

La mente es un entorno. No hay nada de la misma que pueda considerarse ignorancia o lucidez. «Ni ignorancia, ni fin de la ignorancia» [SC:29], lo único que hay es una sabiduría que hace respirar ese entorno, un sentido sobre la amplitud, algo que está más allá del error. Define una forma de ser que está más allá de circunstancias del instante (los sentidos), así como a una escala incluso incompatible con la de las grandes transformaciones vitales (vejez o la muerte).

Hay algo que me cuesta pensar: el fin del sufrimiento no debe entenderse como atenuamiento en términos de disminución. El dolor es el mismo, lo que pasa es que el espacio es más grande, tiene una amplitud que no puede ser ya inundada por el dolor ni por ningún sentimiento. Por eso se habla de gran consciencia, por eso se iguala lo desigual [SC:32].

La vida es un entorno. No somos lo que vivimos. La vida es una fina membrana que nos rodea.

Ese exterior rodea un vacío, sentimos la necesidad de camuflarnos en las formas exteriores. Eso es el principio de la existencia inauténtica. Lo exterior es lo contingente. La sabiduría nos indica que debemos ver el mundo según un sentido interior [Últimos días Buda:157]. No quiere decir que interioridad sea la del yo único.