518 / Bajar a las catacumbas, bajar al espacio de la verdadera comunidad, sabiendo que es una comunidad perseguida por una falsa comunidad. La verdadera comunidad es una comunidad de mortales que se unen en la contemplación del mundo y de la vida. Es una comunidad frente a la muerte. La falsa comunidad es una comunidad que solo se mira a sí misma y, por eso, solo puede producirse en tanto que se confronta a otra comunidad. La forma principal de autoconciencia en la falsa comunidad es afirmativa, se trata de la autoafirmación de la imagen que la propia comunidad tiene de sí. Por eso es una falsa comunidad. La verdadera comunidad se quiere a sí misma, pero se quiere a sí misma solo en la medida que no tiene una imagen de sí misma. El amor que tiene a sí misma es por eso un amor a la vida que atraviesa cada uno de sus actos y a cada uno de sus miembros. Lactancio señala entre los deberes de los cristianos el enterramiento de pobres y extranjeros (Stevenson: p. 9) que de otro modo serían dispuestos en simples fosas comunes o simplemente abandonados sin enterrar (cf. puticoli). Ese cuidado de los muertos, en parte relacionado con la esperanza de la resurrección de los cuerpos (y el consiguiente rechazo de la cremación) debemos entenderlo en relación con un nuevo sentido de lo clandestino. Lo que vivimos aquí no es un simple lugar de paso, como tantas veces se ha señalado, sino también una preconfiguración del más allá. Si la carne resucita en el cielo es porque el mundo material ya es en sí mismo un cielo. El mundo refleja la belleza de la propia mente de Dios. Esa belleza observada como epifanía produce una detención del orden mítico del poder. El poder surge de la misma degeneración de la vida, de nuestra obsesión por su fragilidad. La fragilidad de la vida ha sido un poder económico porque tiene dos caras: es una amenaza que sentimos en forma de miedo, pero también una oportunidad que da pie a la justificación del instinto de explotación de la misma en los demás. Las falsas comunidades, al hacer del poder el elemento central, al ser comunidades políticas, solo tienen como destino el ser comunidades de explotación. La historia de occidente es la historia del refinamiento de las formas de explotación. Ese refinamiento surge del sentido de culpa, pero también es la búsqueda de la forma de explotación perfecta, indetectable. Por eso, el mantenimiento de la política como una forma de acción humana solo sirve para prolongar indefinidamente la hipocresía y la locura: pensar que caben relaciones sociales al margen de los símbolos oficiales. Al margen de los canales prediseñados para la vida, la catacumba es un espacio inexpresable. La catacumba es lo que rodea otro espacio que tiene otro nombre. La catacumba es evitar los marcos de medición. La catacumba es la duración. Una catacumba es un espacio íntimo. La culminación de un exterior. Los espacios comunes son esos en los que las relaciones mutuas no se establecen mediante la forma de ningún intercambio.