Lo que el mundo puede dar de sí debemos compararlo con nuestro propio interior. Si en nuestro interior no cabe el mundo eso significa que el mundo es más grande que nosotros y nuestro propósito vital debe ser crecer e intentar llenar el mundo. Por el contrario, si sentimos que el mundo es demasiado pequeño para llenarnos, nos vemos obligados a imaginar un alma vacía de modo similar, de forma que la suma o mezcla de carencias sea armoniosa de un manera que el propio mundo quede reducido a un simple ruido gris y desaparezca. Ya no hay mundo, solo almas.

No hay que culpar al mundo de que ese alma vacía no aparezca. Si culpamos demasiado al mundo corremos el riesgo de no ser capaces que en el momento oportuno desaparezca. Si no desaparece el mundo la soledad se convierte por definición en perpetua.