Cuando llueve en cada huella desgraciada
y se traducen los mensajes del pasado
como ritos ciegos que inundan de celo
esa cueva de años, ese terror de paciencia
se precipita por la catarata subterránea
y es la verdad de un mundo sin fondo.

Y es la perdición de los bajos terrenos
y la grande recuperación de las altas clausuras,
del vergel en sus malas sequías, loco estuario
en el que desembocan los pactos de juventud.

Donde comienza el lenguaje termina la verdad
y se cierra el hospicio de las tardes. Mira el paso
lento de los funerales. Porque amar es la justicia
de burlar la identidad de las exequias, de morir
sin epitafio. Es la avenida del pasado
hacia su única respuesta. Lo indecible
pide el silencio que me enseñaste,
por eso el olvido, por eso todo es
una figuración de la muerte.