Oración es la palabra que nada esconde,
la que desborda el rito de la creación interminable
del significado, lo que se abre más allá del sentido
y aborrece la sucesión cansina de interpretaciones.

Oración es aquello de lo que no se habla,
pues nada hay que decir de eso. Lo que se repite
en silencio, o lo que precede al silencio
del más largo de los siempres. Y es que el tiempo
no pasa ya por dentro, sino hacia dentro.

Pero nada es transparente, nada muestra el otro lado
y donde yace seco el todavía ahogado en su eterno ahora,
la maleza filtra el aire despojado de su voz que no advierte
ya la vaga cadencia del caminante hacia su agotada aurora
allí donde el silencio hace más clara la ausencia,
y allí donde la ausencia se aposenta entre visillos
y el negro firmamento consagra de noche la vida
y la figura sapiencial se convierte abstracta en rezo, allí
oración es lo que repiten quienes pierden sus amigos
en el ruido de las buenas intenciones. Porque sobra
tanta procesión de humanos y tanta arcana ciencia,
y aunque cada hombre sea una forma nueva
y cada mujer el palpitar de un mundo entero,
aún así, gobierna cada fiesta, severa y dolorida,
la mansedumbre del fracaso. Ahí permanecemos
como unos reyes de historias no escritas,
como esa turbia ansiedad que destrona
toda la impotente belleza.

Te rendirás a la desnudez de sus cuerpos sin
escuchar sus palabras. Respeta ese misterio
pues no es para ti la clave de ningún alma
sino solamente un trono de carne que te desea. Pues
oración es lo que repiten quienes pierden a sus amantes
en el zaguán de las carnes. Ya nadie es la casa, ya nadie
las ganas de vivir. Nadie es volver hacia el camino,
ni hacia las rosas.

Oración es lo que repiten quienes pierden a sus dioses
en un absurdo altar de espejos. Quienes pierden la vida
en la vacía comodidad de las costumbres… lo tuviste todo
y lo perdiste, y aquí vuelven a estar despiertas
las grandes dulces noches de la nada, la gran infancia,
así que dime qué eres, dime cómo se llaman las cosas
si no sabes ya hablar, dime qué pasó sin que te entienda.

Oración es la anarquía de los nombres,
el balcón de mis escarchas, la luna
de cada intemperie en la que reinan
el árbol como árbol y el grito como grito.