Nuestro momento es un prisma de tiempo
perdido en el interior de la vida, tan elevado
en esa profundidad misteriosa que poco
cabe experimentar como sentimiento
cerca del mismo.

Los árboles talados
cuando caen al suelo entienden
lo que es el viento de piedra
y lo que es la luz de piedra.

También dejaste de dar tus frutos
y fijaste tu atención
en un conjunto de hechos, formas
que nadie unió jamás en su mirada.

Ya no es el muro, no es la sombra.
Si hay una ceguera es la del horizonte
y si hay una oscuridad es la de la vista
que atraviesa todo como una nevegación
libre y veterana. Eso es la tala.

Da a luz y devora su propio mundo. Pude
encontrar reposo, pero aún
no se separan aquellas palabras
de mis ramas.

Ha llegado la intimidad no encubierta
como una brutal capacidad de ser. Te desprecian:
nadie querrá vivir como vives, pero querrán
amar como amas.

Hay una pobreza profunda
que es una intimidad profunda
que se habita lentamente.

Hay una riqueza profunda
que se habita deprisa
y con una claridad mayor.

Ya no te necesito. Pero necesito algo que intuyo
en el fondo de ti. Dices que no existe,
pero lo buscarías si supiese describirlo
el ser que amas.