— G. Bataille, La conjuración sagrada.
Es preciso vivir evitando lo repetible. Una pintura, un libro. No tienen sentido más que si somos capaces de mirarlos con otros ojos. De ver a través de los mismos la relación que guarda cada instante con algo que está más allá de toda obra y todo tiempo.
Solo podemos compartir lo irrepetible. Solo nos hace compañía lo inesperado. Incluso la calma rutinaria del hogar se nos debe presentar de esa manera: esa persona inesperada que en cada instante reordena múltiples capas de un universo que debe ausentarse ante su presencia.
El infinito es la manifestación cercana de lo desconocido. Lo desconocido suele ser una mezcla indescifrable de presencia y ausencia. No queremos posesiones materiales sino experiencias. Cosificar la vida, esa constante producción de la máquina biopolítica.
Cada vez que alguien se presenta de esa manera está cometiendo un acto de violencia al exigir un comportamiento acorde.