La cumbre del cuerpo, lo que se alza
entre todas las verdades cuando la luz
se dobla sobre sí misma en la paz litúrgica
de la desnudez. Momento
en el que las alturas inmóviles trazan
desmesuradamente el largo itinerario de la piel,
tiempo del que brotan los tallos luminosos del espacio,
paredes blancas de las estancias elementales, ramas:
laurel despierto, romero alegre, jaras
perseverantes, tiempo, tiempo de volver
de nuevo hacia el lugar, silencio
de la intrépida precaución
en la que ya para siempre
la muerte tarda, tarda tanto,
mañana, ya eternamente mañana.