Oí: «Nunca te ahogarás si se ahoga el aire,
nunca te quemarás cuando se queme el fuego».
¿Cuánto vale la palabra ‘paz’ antes de una guerra?
Nada, como nada vale la palabra ‘vida’ antes de la muerte,
pensé. Y me paré. Mis piernas temblaban pero oí:
«Camina, sigue solo». Y me levanté y me fui.
Alguien dijo algo y por otro lado oí:
«No contestes, esta vez no digas nada».
E iba a hacer bien, pero oí:
«Haz mal una vez más, asegúrate
de que aún ves la luz cuando haces mal».
Esa columna de cuerpo que sostiene el tiempo
entre el nacimiento y la muerte. Esa viga de aire
que sostiene y aún hace temblar el peso
de todas las tribus. Fuegos desmedidos
que como lascas salvajes cubren
un lecho de recuerdos dudosos. Veo.
«Saldrás de aquí pero
lo que a partir de ahora vivas
no lo debes contar a nadie».