El ser humano solo se hace impermeable a las razones
echándolas en el olvido.
— G.W. Leibniz

De qué sirve saber
el grito de guerra
si no se conoce
el peligro.

Tierra, que nadie sepa
cuándo volverá tu voz
a ser la misma, extendiéndose
entre los valles
como una densa seda.

Casa, vacíate,
quédate sola con el cielo,
sola de noche,
y que nadie te pregunte
qué jauría de vientos
respiras cuando amas.

Porque aquí no vive nadie.

Triunfo de la hierba. Triunfo de las piedras.

Han seguido pasando los años
y mi silencio aún guarda lo que nunca dije y tiembla
como tiembla la soledad en la noche
de las claras vecindades.

Mi silencio aún guarda lo que nadie dice.

Como tiembla la luz en los invernaderos de mármol.

Ya nunca me faltas.

Sé que mis palabras destruyen lo imposible.

Como tiembla la luz en los balnearios de mármol.