Frágil es el tiempo cuando lo que dura del silencio
se mezcla con lo que de ti canta el mundo. Nada
hay que recordar cuando la realidad tiene tu forma,
cuando tus palabras son el idioma compartido
de la vida y el renglón donde se escribe la muerte
en su suave e incrédula debilidad. Adiós,
tierra suave de tus ojos, adiós árbol de la voz
que día tras otro aquellas mañanas crecía
casi imperceptiblemente en la premonición
de lo que poco a poco ya iba quedando
desconocido. Adiós ríos desbordados,
esta es la flor definitiva de los siglos
incompletos. Adiós pequeño dolor de tus espinas,
calor en el fondo del frío cuando recibí
el regalo de tu prisa.