Dura tanto este momento. La noche expresa
con claridad su dulzura y su nobleza
permanece intacta desde el principio de los días. Poco temor
produce la muerte a esta orilla: de las voces que hoy callan
se conserva para siempre su mensaje eterno y su vida perpetua
resuena en nosotros llena de una gran alegría.

Ahí respira la paradoja de sus silencios. Ahí lo sagrado
no puede llamarse conocer ni sentir. Ahí se entiende lo que faltó,
lo que quedó pendiente, lo que tendrá que cumplirse
si es que deben de verdad ser juzgadas un día
sus almas.

Recordar nos hunde en una niebla espesa como un abrazo,
su vibración definitiva ya está ahí, nada habrían aclarado los días,
aquí queda intacta su presencia y nada nos falta
de quienes se alejan. Las nuevas palabras no añaden nada
a la secreta posición de los silencios.

Una gota de luz se pudre y puede cegarte irremediablemente,
pero no se tiene miedo a nada cuando la amenaza es dulce
porque en esos límites siempre hay una esperanza inconfesable
que rompe las leyes de la sensatez. Sí. Convertimos
aquella cercanía en una intimidad abrasadora. Sí. Rompimos
el pacto de nuestra fugacidad. En las espesuras del fuego crematorio
cabe toda una vida. Todos los brazos
de Nataraja.

Que nadie crea que en soledad somos meros ventrílocuos
pues hay una voz impersonal hecha de recuerdos incompletos que flota
sobre una gran provincia del ser. Es un deseo celeste de cercanía
que no entiende de seres, que no tiene nada que ver contigo
ni conmigo. Es un deseo anónimo cuya ubicación en el tiempo
y en el espacio resulta imprecisa. Ten paciencia. Un día
arden las noticias de la muerte y se aclara todo. Y desde ese día
ocurre una y otra vez. La ausencia no existe.

Tan perfectamente inmóvil, como una mirada fija
por fin en tus ojos. Como un espejo perfecto.

No necesito vivir más. Mis ganas de vivir
ya son eternas. Y esas ganas son una gran montaña
de voces. Igual que cuando algo en el primer pensamiento
tuvo la impresión de estar ya al borde del final. ¿Alguien
se atreve a decir que fue solo una simple premonición? Ahora
pensar la vida es bañarse en la tranquilidad de lo mortal, sabemos
que todo ocurrirá, pero solo una vez.

En aquellos primeros momentos

no había cuerpos celestes, pero solidificaron los años
igual que hoy nuestras vidas en su distancia necesaria
son ya más que amor y más que amistad.