Cortaron el árbol en Dangan Heights,
pintaron murales donde había plantas,
cantaron para callar las voces y ahora
callamos para ahogar el canto. Rezamos
bajo, entre las piedras junto al río y de noche,
hoy, cuando la vida se esconde del cuerpo
como el ladrillo se esconde del barro, queda
nuestra piel como la tela de la nata y nos arrastramos
por las barbas del barro. Y rezamos como los túneles,
rezamos como las cuevas, rezamos como los sótanos,
como los silos, los nidos, las madrigueras. Llamamos
viento a lo que es inmóvil, hijo al padre, dios al animal,
tiempo a la infancia. Cortaron el árbol del jardín del gigante,
vendieron la tierra, hicieron las casas. Y falta en su lugar
una vez la niebla y la miel, otra vez el hielo, el estiércol,
el musgo, la escarcha. Cortaron el árbol seco que aún vivía
y la hoguera solo dio frío y aún así bailaron ebrios, chillaron,
rompieron sus ropas, se desangraron. Y gimieron
hasta la madrugada y lloraron, santificando el deseo,
los que no amaron. Oh, áridos, escarpados, rotos rayos
boreales. Cerraron las puertas, los ojos, las bocas.