Los caminos no necesitan ser anchos
sino acoger más dioses en cada piedra
o nuevas turbias muertas sensaciones.
Ya no puede el hombre ganarse un lugar en el mundo
porque el cálculo de la ganancia ya solo lo firma la locura,
y lo poético llega donde llega:
es un sistema de fiebres que se mece plácidamente
en la cuna de la fama y de la felicidad.
Hicisteis de la belleza un rito vago,
una inútil jerarquía, la llave que abre las puertas
de los cofres y de las carnes. E investida con ese poder
la belleza ya no es más que el símbolo
de una profanación tardía.
Sois la escoria del savoir-vivre.
Veréis, paralizados, como una nueva aleación de cobre
provoca la furia de una geometría imposible y sin tierra. Veréis
cómo se desata el temblor interno de los atomos más planos
porque vuestro deseo es una cuchilla perdida
que ya solamente añade cicatriz a la cicatriz.
Respirad
este humo mental en la cabaña de mi desidia,
porque esto es la directa transmisión del poder
de los druidas. Esta es la esencia
del tronco negro.