Si fuese posible decirlo todo con una frase habría que buscarla, pero difícilmente se trataría de esta. Si hubiese una imagen que representase el mundo difícilmente sería la imagen de una planta.
Pero una frase que no dice nada en relación con el todo, expresando la búsqueda indeterminada, expresa mucho más de lo que parece. Las afirmaciones claras son siempre débiles. La expresión de la voluntad ciega apunta hacia todo aquello en relación con lo que uno es ciego.
Karl Bloßfeldt publicó en 1928 Urformen der Kunst. Ahí pudo comenzar un malentendido: la imagen de la planta deja de ser una manifestación de las formas vitales y se convierte en el punto de partida de una serie de productos culturales determinados [1].
La planta es la versión más simple del crecimiento vivo. La curiosidad inconcreta es la versión más simple de la existencia humana. La existencia humana es la versión más simple de la totalidad del mundo, de todo lo que nunca falta dentro de cada ausencia.