Florecer tiene sus desventajas
porque la flor que ve la cara al río
ya mira hacia la vida de otro modo
y sabe por necesidad que en los ritos
se dan por descartadas siempre
las mismas cosas.
Poco vale
que la mirada de los dioses
te enseñe a mirar hacia dentro
cuando sientes perdidas las fuerzas
en tu lugar sagrado.
Ya lo imprevisto
baja por el tiempo como resbalaban
las gotas en los cristales
en la casa de tu infancia. Lentas,
avanzando con calma hacia la virtud
de su propia transparencia.
Tiene sus desventajas
porque desde ese día ya sabes
cómo se transforma lo que el cuerpo
puede hacer, salvaje o manso, en lo que
en otra estación el corazón puede sentir
llevado hacia dentro y hacia abajo
por el peso de las formas
más invisibles.
Recordar será comprender
cuando no te invada el temor
de haber vivido poco o mal. Sabes
que nada de lo que pasó importa,
que hay que domar la fuerza del olvido,
renunciar hasta a lo bueno
de tu propio corazón para bajar
a eso que tienes de árbol y de hierba.
Recordar será comprender
cuando por fin un fresno de fuego
sea lo único pensable. Cuando la mente
se llame a sí misma mente
y se llame a sí misma río
desbordado a principios de mayo. Ahí estará
el corazón del comprender. La desventaja.
Mesa sobre otra mesa, interior hacia el interior
hasta que el signo rompa los moldes de aplicarse
al signo. Y que así aparezca allí más radiante,
porque el lenguaje ya tendrá una sombra,
un doble oculto. Pero allí no llames viaje
al hecho de cruzar esas grandes masas de tiempo
que ningún reloj cuenta, pues son el tiempo
que se tarda en hacer el reloj cuando tu corazón
late todavía hacia dentro. Es el miedo
cuando todas las piezas sueltas
tiemblan. Es el tordo de fuego ante las puertas
del abismo. Son las cuerdas rotas cuando escapan
los caballos. Rosa de miel y miel de rosas,
camino perdido entre la fronda y la hojarasca.
Las palabras solo son
el modo en que la carne acepta su destino,
pues cada cuerpo es la única entraña, única,
en el que unas ciertas palabras
pueden ser comprendidas. Palabras,
solamente esas y para siempre esas
que caen sobre el cuerpo
como las hojas
en un estanque.
La vida es un viaje de regreso. Los pasos
sin huellas de la desventaja.
Pero no te equivoques,
no escribe lo mortal ni el muriente, hoy ya
escribe la muerte misma. La muerte
impedida y bloqueada
por todo lo que la luz advierte,
por lo que cada corazón deja en el aire
en sus neutras desbandadas.