Life is a pure flame, and we live by an invisible Sun within us
— Thomas Browne, Urn burial

Bajo las ramas del ciruelo
no recibas la vida como un regalo
si ignoras que la juventud no entiende
el arrebatador secreto de la vida.

Bajo las ramas del peral
no confundas la vida
con otras cosas.

Sediento entre los delirios de las zarzas
conoces la mirada fija
que de repente cesa. El estrabismo interior
en el que se abren los pozos de la ausencia.

Mirada de un querer que ya no quiere nada,
que trae una desnudez de otra desnudez,
hasta llegar a un pánico natural,
al verdadero miedo a la vida.

Un alma que nace
encadenada al deseo de escapar de lo que le rodea.

Esto es la muerte mirándote a los ojos,
la cercanía de alguien con quien apenas compartes
una desgana sin solución. Un veneno que sale
de los huesos. Somos seres
que tardan tiempo en conocerse.

Cuerpos, restos de sucesivos alimentos
que llegaron en orden y en cantidad suficiente.

Migas en el bosque, piedras de tus ojos.

Como alumbran la noche
las fértiles llamas.