Arena de piel.

De lo común del cuerpo, plano al margen de las cosas
de las que fue tardíamente investido. No era sino el pecho
alto de convencer el aire seco. Represalia de vientos
como el agua que ahoga al agua. Y ya no hay tiempo,
pues no es posible el tiempo sin la ausencia. Y así las horas,
por la tarde, se despiden de los hechos. Alta es la verdad,
baja la vida, extraña la dirección de los ojos que me evitan.

Vivo como vive la herida. Mi curación es muerte
y universo. Y todo grita
haciendo suya la primera de las voces ajenas.