Hay un hijo invisible, una carne
que mi mente calcula
como un ordenador incansable que conoce
mis genes y tus genes.
Hay una hija invisible
tan cierta como el teorema
que calcula la intersección
de tu alma y la mía.
Una descendencia invisible oculta
entre toda la luz, todo el aire
y todos los átomos malditos de las futuras
presencias ajenas.
Hay un animal que nadie doma, un demonio dulce
que no se rinde ante ninguno
de los dioses eternos.