Dulce dulce dulce glaciación, consorcio de mieles
gélidas, altos y prietos fríos, torrente de cristal,
espirales de hielo, transparencias afiladas, sierras
de viejas escarchas cuya fragilidad acumulada
logró adoptar la forma oscura y demencial
del monumento climático que cierra, con su inmóvil
delirio de quietudes ciegas, la senda de toda
gran extinción. Pálidos nombres de amantes,
gemidos fosilizados cuya cuadratura demuestra
el sabio reduccionismo de aquella ley que lo regía
todo. Hay una forma de amar que no es más
que el preludio de una gran destrucción. Sálvate,
ceguera. Sálvate, río oscuro de noches negras.